miércoles, 29 de abril de 2009

Vaya semanita

La pasada. La semana pasada, quiero decir. Esta la llevo con tranquilidad Zen, que es lo que me ha recomendado el médico después de que el otro día me llevase un pequeño susto. Relax, paseítos, buena comida, nueve horas de sueño... a la doctora se le olvidó recetarme los quince días en el Caribe por cuenta de la empesa, pero todo se andará. Por lo pronto, esta semana no tengo viajes, y confieso que le está viniendo bien a la cabeza y a cuerpo, que es sabio y protecta cuando le dan más caña de la precisa.

Balance del día del libro: en Barcelona, regulín regulán, como era de prever. Fantástica la fiesta del Qué leer y encuentro con viejos amigos, como Lola Beccaría, Verónica Vila San Juan o Javier Sierra y su mujer Eva, que me dan la buena noticia: piensan trsladarse a vivir a Madrid, y les gusta mi barrio, así que a lo mejor hasta acabamos siendo vecinos. Lo celebramos en el desayuno brindando con zumo de naranja - del natural ¿eh? - antes de que Javier inicie el día con una firma multitudinaria.

Yo, más modesta, me apaño en mi puesto de Fnac Triangle. Aparece una señora mayor que me pregunta por Asha Miró.

- Por aquí no la he visto
- ¿Y cuándo viene?
- No lo sé, señora
- Pero ¿va a venir, verdad? Es que he venido hasta aquí sólo para verla a ella

Pud añadir "porque tdos ustedes me traen al pairo", pero no lo hizo, cosa que agradezco. Se dio una vuelta y volvió.

- ¿Ha llegado Asha?

En mi misma mesa, Federico Moccia, Bernardo Atxaga y media docena de autores catalanes frman sus libros, pero de Asha Miró no hay ni rastro.

- Pues tednría que estar aquí. ¿Cuándo llega?

Me doy cuenta de que la buena señora sospecha que he atado y amordazado a asha Miró, la he metido en un sótano y he usurpado su puesto en la mesa de las firmas, así que antes de que llame a los Mossos le pido a Puri Plaza, que se pasa la mañana conmigo, que se entere de dónde demonios está la señorito Miró. Vuelve dciendo que Asha no firma hoy, y armándome de valor le comunico a la pobre mujer la cruda verdad. me mira, trsite, y se aleja, me temo que no del todo convencida de mi inocencia.

Transcurre la mañana. Recibo la visita de algún lector - nadie sabe cuánto se agradece - y lo paso en grande con mi compañero de aventura- desventura, Juan Luis Cano, uno de los genios de Gomaespuma. Firmo poco pero me río mucho, y quedamos en vernos más adelante. Luego, otra firma en un puesto colocado por el metro. Un poco mejor que l primera firma, pero tampoco para echar cohetes. Eso sí, me llevo una bronca en catalán de un señor airado que me reprocha que no disponga del horario de autobuses. luego llega una chica empeñada en llevarse una botella de agua que hay dentro del puesto.

- ¿De quien es el agua?
- No lo sé
- ¿me la da?

(Momento de incertidumbre)

- Pues mire, no se la puedo dar, será de alguno de los trabajadores
- Bueno pues démela a mí.

(Momento de "me estás empezando a tocar las narices)

- Mire, yo no sé de quien es el agua, pero como no es suya, ni mía, no se la puedo dar.
- ¿Y dónde dan las botellas?
- No tengo ni idea

Contengo las ganas de enviarla a meter la cabeza debajo de uno de los chorros de la Fuente de Canaletas. Por suerte, una lectora, Mariam, viene a hacerme una visita y se me pasa el mosqueo con la plasta del agua. Dan las dos, cojo un taxi, me planto en el Prat con el tiempo justo para tomar el puente aéreo. Llego a mi casa, suelto la bolsa, me cambio los zapatos altos por unos mocasines y voy a la Librería La Regenta, donde tengo una firma. Hay un pequeño concierto de violín, que acaba cuando yo empiezo a firmar. Isabel, la librera, ha convocado a clientes y amigos, y reparte copas de vino, refrescos y galletas. Y firmo. Mucho. Unos cincuenta ejemplares, entre unos títulos y otros. La gozada padre. Hablo con lectores y con Marisa, la dueña de la librería, que ha elegido el día del libro para reaparecer después de haber estado pachucha. Paso una tarde estupenda, y me despido con abrazos sinceos.

La siguiente parada es en el Hotel Kafka, donde el bueno de Edu me ha organizado otra firma. Vienen alumnos del Hotel, habituales, algún lector. Un chico me trae un ejemplar manoseado de "en tiempo de prodigios", y se disculpa por el estado del libro, sin sospechar que para un autor no hay nada más grato que firmar sobre un libro que se ha leído varias veces, un libro vivo, dulcemente ajado. Luego, concerto de jazz, y remate de jornada con cerveza y gambas en la cervecería Santa Bárbara. Me meto en la cama a las doce y media y me quedo como un leño.

Al día siguiente, presentación en Lugo de la mano de mi amigoJorge Vivero. La gente lo pasa bien: establecemos un dia´logo sobre la novela, nos reimos, nos llevamos la contraria. Veo un montón de caras amigas. Están Palbo y mari cruz, Carmen, Bea, Bety, Úrsula, Sonia, ... También parte de mi familia y las madres de algunas amigas. Es jugar en casa. Firmo muchos libros. Ana trae seis ejemplares de "La importancia de las cosas" y me dice "me vas a odiar", pero no puedo creer que hable en serio. Hay amigos que se proponen que el libro vaya bien, y lo regalan a diestro y siniestro. Viene Pisuska, que fue la mejor amiga de mi madre. Y Lola, la madre de una gran amiga que se nos fue hace cuatro años. Hablamos de Cecilia, su niña querida, que está preciosa y es alegre y lista como era esa madre a la que casi no conoció. Hay momentos para emocionarse, y este es uno de ellos.

El sábado, firma en Eroski. No fue tan bien como hubiese querido, porque la gente del Centro se volcó. Quedamos en repetir experiencia en Navidades. Y así se acabó la semana del 23. El domingo por la noche, al llegar a casa, noto el pulso muy acelerado y un raro dolor en el pecho. Así que el lunes, tras dar dos charlas en un colegio, me voy al hospital. Un electrocardiograma descarta males mayores, pero el veredicto es claro: el cuerpo se está quejando. Así que ha llegado el momento de tomarse las cosas más tranquilamente, de olvidarse un poco de firmas y ventas, y descansar. Por eso esta será una semana casi sabática. Ya tocaba.

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martes, 21 de abril de 2009

Fechas

Aquí es donde estaré en los próximos dias:

23 de abril
- De 11 a 12h, firmo en FNAC Triangle (Barcelona)
- De 13 a 14 firmo en TMB (Barcelona)
- De 18.30 a 20.00 firmo en Librería La Regenta (Serrano, 228, Madrid)
- De 20.30 a 22.00 firmo en Hotel Kafka (Hortaleza 104, Madrid)

24 de Abril
- A las 19.30, presentación en Lugo de "La importancia de las Cosas", en el Círculo de las Artes

25 de Abril
- De 18.30 a 20.00, firmo en Eroski, en el Centro Comercial Las Termas, en Lugo

27 de Abril
- De 19.00 a 20.00, firmo en la Feria del Libro de Alcalá de Henares.

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domingo, 19 de abril de 2009

Una mala crítica y una buena noticia

El jueves salió una crítica a "La importancia de las cosas" en El Cultural de El Mundo. La firma Pilar Castro, que deja muy claro que no le gustó la novela. Es más, creo que hadejado muy claro que no le gusta lo que yo escribo, en general. Sospecho que piensa que debería dedicarme a otra cosa. Que esto no es lo mío. Ay, las críticas, los críticos. Qué crueldad, que sevicia, que ganas de hacernos sufrir.

Las líneas de Pilar Castro me saben, como no, a cuerno quemado: a nadie le gusta recibir malas críticas. Pero doy fe de ellas del mismo modo que me apresuro a resaltar las buenas. Así que, ya sabéis: a Pilar Castro no le ha gustado "La importancia de las cosas". Edu Vilas y Miguel Roig intentan consolarme en el Hotel Kafka.

- ¡No es tan mala! - Miguel, muy misericorioso, intenta ver la botella medio llena.
- Y una mierda, Roig. Es mala. Malísima.

En ese momento me llega el SMS de un amigo que me pregunta si le he levantado algú novio a Pilar Castro, y se lo enseño a Edu y a Miguel

- Ya véis que no soy la única. Y conste que yo a Pilar Castro no la conozco de nada.
- Bueno, pero de estas cosas no hace caso nadie - me anima Edu, utilizando la misma frase manida que empleamos todos para darnos árnica en casos como este. Lo que no sospechan, ni él ni Miguel, es que en este momento lo que me levanta el espíritu no son sus recomendaciones, sino la certeza de ser largamente mimada por mis amigos. Ya que no nos quieren los críticos, la menos que nos quieran los colegas ¿verdad?

Como el destino es voluble y va a su aire, justo en ese instante recibo una llamada al móvil. Es mi gargante profunda particular. La voz que me informa de lo que no me informa nadie. Cifras de ventas y cosas así. Resulta que, con datos en la mano, "La importancia de las cosas" llevaba vendidos más de 4500 ejemplares el 4 de abril, diecisiete días después de su salida y con la semana santa de por medio. De pronto se me olvida Pilar Castro y su crítica, y sólo tengo en la cabeza la cifra mágica que me han pasado por teléfono.

Vilas, Roig y yo brindamos con el café que acaba de hacer Guillermo, ydecidimos olvidar las reseñas poco elogiosas para regodearnos en las cifras de libros bien vendidos. Luego hablamos de la Noche de los Libros. Espectacular la iniciativa de la Comunidad de Madrid. El día 23, y desde las tres de la tarde, tendrán lugar más de doscientos actos culturales. Hay cuatrocientos artistas implicados en el proyecto, y 83 bibliotecas y 203 librerías - DOSCIENTAS TRES LIBRERÍAS - abrirán sus puertas hasta las doce de la noche.

El madrileño lleva en el adn los genes del noctámbulo, y siempre está esperando un motivo ara salir de casa cuando se ponga el sol. Y el 23 va a tener más de cien. Habrá coloquios, conferencias, mesas redondas, encuentros, firmas de libros, conciertos. El libro será el protagonista. Y los lectores. Y los libreros, que se han volcado en el proyecto y se esfuerzan para redondear el triunfo de la cultura y la civilización frente a la amenaza apocalíptica de losque dicen que el libro es especie en vías de extinción.

Yo pasaré en Barcelona toda la mañana, pero a las cuatro me cojo un puente aéreo para no faltar a las citas que tengo en Madrid, Madrid, Madrid. A las seis y media estaré en la Librería La Regenta (Serrano, 228), y a las ocho y media en el Hotel Kafka de mis entretelas para encontrarme con lectores y amigos, firman algún libro - si hay suerte - y brindar por los libros. Por quienes los escriben, por quienes los hacen, por quienes los venden... y, sobre todo, por quienes los leen. Ellos son, de cualquier forma, los grandes protagonistas de la noche de los libros, y de todas las noches que empiezan y acaban con un libro entre las manos y muchas horas por delante

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martes, 14 de abril de 2009

Recuerdos

Guillermo Busutil, de la Revista Mercurio, me pide que escriba un texto sobre Dubrovnik. Marcial y yo pasamos las vacaciones allí hace cuatro años, y no se me ocurre un lugar mejor para invertir el verano. La ciudad es preciosa, el mar azul y la cálido, la comida exquisita... el artículo me lleva de la mano por mis recuerdos de aquellos días de agosto. No tengo una sola foto: Marcial las guardó todas en su ordenador, y un virus se las llevó por delante, de forma que dependo enteramente de mi buena memoria para evocar las calles retorcidas, la fuente de Onofrio, las murallas blancas que seere reflejaban temblando sobre un mar en calma eterna... Guardo de aquellas vacaciones un puñado de buenos recuerdos, pero ninguno tan intenso como el de una tormenta nocturna de la que fuimos testigos. Fue fabuloso: hacía calor, y la lluvia era más un alivio que un incordio. El cielo parecía que iba a partirse en dos con cada relámpago, que las aguas de la bahía nos devolvían multiplicado con el estrépito de los truenos. Creo que cuando pase el tiempo y el resto de los recuerdos se desvanezcan como el azúcar en un vaso de agua, quedará siempre el poso de aquella tempestad sobre el Adriático.

Dias tranquilos antes de las jornada de San Jordi. Aprovecho para ponerme al día con el trabajo, para leer y para intentar cobrar media docena de facturas que tengo pendientes. Son las miserias de este oficio: perseguir a tus deudores con la conciencia de estar haciendo algo deshonroso. Desde el Ayuntamiento de Córdoba se me informa de que una factura presentada en noviembre de 2008 me será abonada en Junio de este año.

Ya que en mis finanzas sigue reinando el caos, intento devolver a mi casa un poco de orden. Vamos a hacer una librería nueva, y hoy han venido a tomar medidas. No quiero meter prisa al ejecutor de la obra, pero nadie sabe cuánto deseo tener un poco más de espacio para mis pobres libros, que andan amontonados por los rincones o esperan recuperar su sitio desde las cajas donde se almacenan hace ya dos años. Tendremos que mover un mueble y quitar un cuadro, pero me da exactamente igual con tal de que los libros me sean devueltos.

Esta tarde presento el libro de Mónica Sánchez, "La hija de Kafka". Mónica es una antigua compañera del doctorado. Ahora vive en Méjico, y hace tiempo que no nos vemos. Junto a mí hacen de maestros de ceremonias Mamen Sánchez y Mario Vaquerizo, que es original, auténtico y divertidísimo. Al acabar, Mónica me regala una preciosa sortija de artesanía mejicana que ahora llevo puesta.

Sigrid Krause, de "Salamandra", me envía un libro de Sándor Marai que acaban de editar, "Los rebeldes", y siento - como siempre - el placer venenoso de saber que me ha llegado antes de que llegue a las librerías. He empezado a leerlo, y es estupendo. Desde Galicia me llega una sorpresa inesperada: "La importancia de las cosas" estáde cuarto en la lista de libros más vendidos que publica semanalmente "La Voz de Galicia". Pido a mi padre que me mande por fax una copia de la página del periódico, como si necesitase una prueba tangible de lo que considero un magnífico regalo. Para compensar, Carmen, lectorade este blog y compañera de la infancia, me informa de que en Valladolid ninguna librería tiene el libro a la venta. Me descargo del disgusto con David Torres y con Martín Casariego, y practicamos unos diez minutos de necesaria terapia telefónica en feroz diatriba contra todo lo que pone palos en las ruedas de nuestro trabajo. La novela de Martín, "La jauría y la niebla", está funcionando muy bien, y se ha ganado justamente la atención de los medios. Si no la habéis leído, por favor, no dejéis pasar más tiempo.

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jueves, 9 de abril de 2009

Mis amigos, los libros y los días festivos

He decidido pasar la semana Santa en este Madrid dormido a medias, donde faltan muchos y llegan otros, con la sana intención de descansar, dar paseos y poner mi casa en orden. La ciudad entera flota en una especie de domigo postizo, cmo si todo se hubiese interrumpido a la fuerza, y reconozco que ya tengo ganas de que sea lunes, porque los festivos me sumen en algo parecido a la melancolía.

Rafael Reig dedica un post a "La importancia de las cosas". Es la última de una serie de acciones generosas que han puesto en marcha mis amigos para ayudarme a promocionar el libro. El comentario de Reig - hecho en su blog envidiable, que tiene a diario más de cuatrocientos lectores - me toca el corazón. Sabía que le había gustado la novela, pero es un privilegio que Reig ponga sus impresiones negro sobre blanco. Ya le he dado las gracias, pero por si acaso repito la jugada.

Leo "Los Bladrich", de Use Lahoz. Una buena novela, aunque me gustó más la primera parte que la segunda. De todas formas, Lahoz demuestra una singular habilidad para narrar y un excelente manejo del lenguaje. Espero su próxima novela, pues aquí hay autor para rato. Ahora acabo de empezar "Lo que perdimos", de C. Flynn, uno de esos libros con leyenda: tras una serie de rechazos descorazonadores, este libro del que sólo he leído cincuenta páginas se convirtió en éxito de ventas y descubrimiento de la crítica. Ya contaré más, pero de momento me está gustando, a pesar de que todavía no puedo ni imaginar por dónde va a caminar la historia. En cualquier caso, eso es bueno.

Veo en DVD "Retorno a brideshead". Me decepciona, a pesar del trabajo de Enma Thompson. Lo único positivo es que de nuevo se despiertan las ganas de leer la novela de Evelyn Waugh. Tenía una edición de Tusquets muy bien traducida, y me entra pánico al pensar que quizá se haya extraviado en la última mudanza, de la misma forma que se me perdió un ejemplar de la sublime "Calle Mayor" de Sinclair Lewis. Llevo un rato sin atreverme a acercarme a la biblioteca para comprobar que aún poseo el libro de Waugh, y me consuelo pensando que al menos hay ejemplares de la novela a la venta. "Calle Mayor" está descatalogado, y sólo deseo que a menos lo haya encontrado alguien dispuesto a leerlo.

El cambio de ministros nos ha cogido con el pie cambiado. Hoy me preguntaron en una radio que opinaba del nombramiento de Ángeles González Sinde como ministra de Cultura, y contesto la verdad: que no lo entiendo. Un ministra suya experiencia en gestión cultural se reduce al cine... mmmmm... no lo veo, la verdad. Me temo que el trabajo de Sinde va a ir encaminado fundamentalmente a la parcela cultural que controla. El resto de la casa segurá sin barrer. De momento, ya tiene cabreados a lo internautas. Todo un récord, si no lleva en el cargo ni 48 horas.

Veo por televisión las imágenes espeluznantes del terremoto de Acquila. Uno de los supervivientes dice que ha entrado en su casa en ruinas para recoger algunas pertenencias, y reflexiono sbre lo terrible que debe ser quedarse sin nada. Mientras, el insensato Berlusconi dice a las víctimas que intenten tomarse las cosas con filosofía. Como un día de camping. Sí, claro, pasar la noche en una tienda de campaña en mitad de los Abruzzos, mientras tu casa y tu vida se han transformado en un montón de escombrs debe ser como para estar en comunión con la naturaleza.

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viernes, 3 de abril de 2009

Segunda edición

Mil gracias a todos los que habéis comprado, recomendado, regalado o vendido"La importancia de las cosas". Gracias, sobre todo, a los que lo habéis leído. Porque entre unos y otros el libro ha llegado a la segunda edición sólo quince días después de su salida al ruedo. Estoy muy agradecida y muy contenta, y sólo espero que la buena racha siga.

Sigo desde los medios la famosa cumbre del G20 y, no sé por qué, me rechinan las fotos triunfalistas, los abrazos, los gestos de triunfo ostensible. Parece que las bolsas reaccionan ante los resultados de la reunión, y se han alcanzado algunos acuerdos interesantes - sobre todo el que habla de acabar con el secreto bancario para dar cerrojazo a los paraísos fiscales - pero no creo que esté el horno para bollos ni el ambiente para la excesiva emoción. La prensa pone el dedo en la llaga del abrazo entre la majestuosa Reina Isabel II y la recién llegada señora Obama. Pero ¿a las reinas se le puede tocar? ¿Se deja achuchar por las visitas la suegra furibunda de Lady Di, siempre hierática y ajena a la vulgaridad mundana? La respuesta es sí, siempre que se venga del extranjero. Aquí pasa igual con nuestros reyes. El protocolo manda reverencia y cabezazo, pero una vez vino una periodista inglesa y buenorra - Selina Scott se llamaba - para hacer una entrevista, y se trajo cachondeos con toda la familia, empezando por el propio rey, que llegó a tirarla al mar de un empujóndesdela codiaciada cubierta del "Fortuna". Donde, que yo sepa,no ha sido invitado a merendar ningún periodista patrio. Así que Michelle Obama hace bien en pasar el bracete por la espalda de la reina de los ingleses, ya que las periodistas inglesas vienen a España a que les haga aguadillas el mismísimo don Juan Carlos.

El fin de semana estuve en Lisboa. Hacía un frío intenso y un viento helado que subía desde el Tajo para disuadir a cualquiera del paseo y las subidas y bajadas. He visitado Lisboa tantas veces que ya tengo cubiertos todos los recorridos obligados, así que pasamos mucho tiempo en la Casa das Janelas Verdes, donde una biblioteca maravillosa invita a la lectura y al silencio. Una noche escuchamos fados en el Senhor Vinho. Ha subido muchísimo los precios, de una forma casi abusiva, y - aunque no se lo digo a Marcial, que adora este sitio y es quien ha propuesto venir aquí - la calidad de los cantantes ha bajado. Son jóvenes y tienen buenas voces, pero les falta la voz rota por los muchos años y el desgarro autentico de los viejos fadistas. Me voy con cierta nostalgia de mi primera visita a esta casa de fados, hace ya diez años, cuando allí las cosas eran algo distintas. El sábado cenamos en A Bica do Sapato, el restaurante de moda, a pie de puerto,y pasamos la mañana del domingo en la Fundación Gulbenkian.

En el viaje me acompaña el diario de Helene Berr, una pieza maravillosa: el testimonio personal de una inteligente muchacha judía, de veinte años de edad, que vive en el París ocupado por los nazis. Intenso, bello y durísimo, os recomiendo que no os lo perdáis, por su incuestionable valor histórico, pero también por la extraordinaria calidad de la prosa de Helene Berr.

No hay tiempo para más. Me voy, como no, a tomar un tren.

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