Cosas de locos
- Oiga, ¿qué está haciendo usted?
Era una de las profesoras que tutelaba el recreo de los niños. Mi amigo tardó unos segundos en darse cuenta de que aquella mujer se dirigía a él, y contestó con la evidencia.
- Nada, ver jugar a los chavales
La señora lo miró con un asco infinito.
- Usted no puede estar aquí - espetó
Mi amigo se dio la vuelta para tomar conciencia del lugar donde se encontraba, que no era otro que la vía pública, la rúa, la puta calle. La frase lapidaria le escoció sobremanera.
- Pues ya me dirá usted donde lo pone. Estoy en la calle, así que...
La profesora se marchó y al poco llegó otra, con más cara de asco y más enfadada.
- Tiene que marcharse de aquí.
A estas alturas, a mi amigo ya habán dejado de importarle los chutes de los niños o la posibilidad de que entre los tiernos infantes estuviese creciendo algún Messi, Van Gaal o Iker Casillas. Le daba exactamente igual cambiarse de acera, de barrio, llamar a su amiga y variar el lugar de la cita, pero un prurito de orgullo le hizo revolverse.
- ¿Y eso por qué?
- Porque no puede estar mirando a los niños.
Encorajinado, mi amigo, ciudadano ejemplar, que no debe tener ni multas de tráfico de tan acrisolada que es su conducta, invitó a la celosa cuidadora a ponerse en contacto con la autoridad competente
- Haga el favor, llame usted a la policía y que vengan aquí a explicarme por qué no puedo estar en la calle mirando lo que me da la gana.
Por suerte, el compañero de mi amigo llegó en ese momento y no hizo falta requerir la presencia de los municipales, los geos o el séptimo de caballería. Me lo contaba el otro día, durante una cena entre amigos, y todos llegamos a la misma conclusión: nos estamos volviendo locos. La amenaza de los abusos infantiles ha empujado a los educadores, y también a algunos padres, a adoptar delirantes medidas de asedio preventivo que llevan a confundir con un pederasta a un desdichado curioso a quien le hace gracia ser testigo de las habilidades futboleras de unos cuantos niños.
Hoy, en la vista a un colegio, el jefe de estudios me explicaba que para tomar fotos durante las excursiones escolares los nños debían llevar un permiso firmado para poder aparecer libremente en las típicas fotos de grupo.
- Ya vez que gracia - me decía - que haya un grupo de chavales posando delante del Peñalara y tener que salir disparado para decirle a uno, Perico, tú no te pongas para la foto, que tus padres no te dejan.
Ni tanto ni tan calvo. Y, mientras tanto, la Autoridad con mayúsculas sigue viendo como le pasan por las narices flagrantes casos de abuso infantil, de malos tratos reales. Mientras a una madre alterada que arreó un sopapo a su hijo le cae pena de cárcel y alejamiento, la madre y el padrastro de Alba,la niña catalana que quedó inválida a consecuencia de las palizas que recibía, van a pasar en la trena poco más de ocho años. En Lugo hay un transexual a quien no permiten ver a su hijo, y sin embargo los abusadores de menores no pierden la patria potestad sobre sus hijos biológicos. La propietaria de una ludoteca de Barcelona que se dedicaba a repartir estopa entre los niños más cafres ha sido condenada a una pena ridícula de dos años, que no implica entrada en prisión, y los hijos de mujeres maltratadas son obligados a ver al agresor de la madre cada cierto tiempo. Eso sí, si los chavales van de excursión con el cole, no se les podrá sacar una foto haciendo el indio, no sea que la cuelguen en internet y ocurra una desgracia.
El absurdo celo de las autoridades para custodiar a los críos no se manifiesta cuando más falta hace. Hoy leí una noticia aterradora: una mujer a la que habían retirado la custodia de su hija por malos tratos tuvo un segundo bebé, al que mató cuando el crío tenía tres meses de vida. La pregunta es... la misma administración que insiste para que los profesores no hagan una puñetera foto a un chaval que se sube a un árbol ni puede extremar el control sobre una maltratadora que va a parir por sgunda vez? Ese conato de persona (quien maltrata a un niño no es más que eso) ¿no puede ser informada de las opciones para entregar en adopción a un bebé presumiblemente no deseado? ¿Qué hace pensar que quien brea a un niño indefenso no va a repetir la jugada en cuanto tenga ocasión?
Nos gastamos la pólvora en salvas. Hay niños que siguen sufriendo, y muriendo, y siendo moralmente destrozados. Mientras, mi amigo casi acaba dando explicaciones a la poli acerca de su afición al fútbol.
Lo dicho. Como putas cabras.
Etiquetas: escuela, maltrato infantil, Niños, protección al menor